Robin Hood by Anónimo

Robin Hood by Anónimo

autor:Anónimo
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Aventuras, Poema épico
publicado: 1500-01-01T05:00:00+00:00


«Robin Hood da sus más sinceras gracias al corregidor y a su ilustre hermano. Y queda a la espera de poderles corresponder de la misma forma en el bosque de Sherwood!»

La cólera de los hermanos Reinault fue mayúscula. Los dos juraron odio eterno a Robin Hood y no descansar hasta verle muerto.

Robin llegó a Sherwood muy satisfecho por haber quedado al corriente de lo que se tramaba contra ellos y, así, tener tiempo para prepararse.

El pobre alfarero había muerto. Había dejado el nombre y la dirección de su hija, a la que poco después le fue entregado el dinero obtenido por la mercancía.

Unos días más tarde, los vigías de Sherwood vieron avanzar a los soldados de Guy de Gisborne. Corrieron a avisar a Robin Hood y éste dio las órdenes convenientes: se trataba de que todos permanecieran escondidos pacientemente en la espesura. No debían hacer ningún ruido

Los soldados se internaron en el bosque, pero ni rastro de Robin Hood y los suyos. El más absoluto silencio los acompañaba en la búsqueda. Llegó la noche y se detuvieron en un claro. Allí hicieron una gran hoguera y establecieron los turnos de vigilancia.

AI amor del fuego, los hombres empezaron a charlar de forma animada. Cuando callaban, oían sobrecogidos los ruidos del bosque. Aquello les hacía seguir despiertos a pesar del cansancio que sentían tras la dura jornada.

La conversación iba decayendo y muchos empezaban a quedarse adormecidos, rendidos por el sueño. Era ya bien entrada la madrugada.

De pronto empezaron a oírse extraños ruidos, y los intranquilos hombres de Gisborne se despertaron sobresaltados. AI poco vieron entre los árboles unas sombras blancas semejantes a duendes o fantasmas. Espantosas carcajadas, que parecían salir de ultratumba, acompañaban estas terroríficas visiones.

Los hombres, bien juntos, con los pelos de punta y temblando de pavor, tuvieron que sufrir aún que un grupo de estos fantasmas se abalanzaran sobre ellos y empezaran a molerles a palos.

Los confundidos soldados huyeron despavoridos en medio de la oscuridad de la noche y deambularon por el bosque hasta que, al amanecer, lograron alcanzar la salida.

Sobra explicar que los fantasmas venidos del otro mundo eran Robin y sus hombres. Todo había sido una genial idea del héroe de Sherwood.

El suceso corrió como la pólvora por toda la comarca. Y la expedición de Gisborne fue motivo de burla para las gentes del lugar.



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